El diseño de Éter I es una síntesis icónica de materiales que simbólicamente representan una línea del tiempo. Esta en general, aborda las técnicas de fabricación utilizadas históricamente por el hombre. La piedra empleada desde tiempos prehistóricos, el bronce cuyo auge tuvo lugar siglos atrás, y el acero inoxidable que representa las técnicas industriales actuales.
Todo encapsulado en un discurso responsable y sustentable, ya que la pieza fue fabricada con materiales reciclados y otros producidos artesanalmente: el acero y el bronce, por ejemplo, fueron recolectados de las chatarrerías de corte láser, mientras la piedra tiene evidente origen y proceso vernáculos.

Cada material se manifiesta de forma distinta y establece un diálogo entre cada uno de los otros elementos construidos. El espejo de acero conecta con la piedra y el bronce por medio del reflejo de estos sobre su superficie, multiplicándolos hacia una dirección en la que no existen y afirmándolos hacia algo más grande, que bien podría representar el éter de la antigua ciencia.